En este caso, este tipo de gas se consigue del reciclaje tanto de la basura doméstica, como de los residuos urbanos, la depuración de aguas residuales de alcantarillados y o del tratamiento de residuos agrícolas, ganaderos y de la industria agroalimentaria.
Un origen que ayuda a que se evite el calentamiento global del planeta, además de mejorar el aire que se respira al no emitir contaminantes locales.
Por si fuera poco, esta producción de gas renovable favorece el desarrollo rural con lo que se promueve la creación de empleo local y se mejora la gestión medioambiental de los residuos de este ámbito. Además, entre sus beneficios están aquellos relativos a la transición energética al tratarse de una energía renovable versátil que se puede emplear en un ámbito doméstico, industrial, comercial o de transporte y que, en caso de excedentes, se puede almacenar.
Una vez se obtiene, su canal de distribución a los consumidores se hace por medio de las redes de gas ya existentes con lo que el usuario puede utilizarlo para los mismos usos que en el caso del gas natural.