En verano pasamos más tiempo fuera de casa y las comidas son mucho más ligeras. No tenemos prisa con los horarios y nos da un poco igual tener las ventanas abiertas todo el día. Por eso es un buen momento para reformar la cocina. Mientras duran las obras podéis cocinar cosas ligeras fuera, pasar unos días en casa de algún familiar, y asumir con mucha menos tensión el jaleo que se lía durante los días que dura la reforma. Nuestro consejo es que cierres un presupuesto con una fecha de inicio y de fin, y que con la culminación de la obra la cocina esté lista para limpiar y usar. Si algo queda pendiente (encimera, conexiones de agua, iluminación...) te puedes plantar en septiembre con la cocina sin terminar. Ya sabes, agosto es el mes en el que todo el mundo para porque las casas de materiales cierran.