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Con la llegada del otoño, nuestro cerebro comienza a reclamar colores más suaves, tonalidades más pastel o grises y beige, en lugar de la explosión de color que solemos aceptar en verano. Es el momento para darle una vuelta a la pintura de toda la casa o de algunas estancias y apostar por colores más "sufridos" o neutrales. El gris es perfecto para esta época del año.