Desde hace ya unos cuantos años existen hornos con sistemas de autolimpieza. Los primeros eran los que funcionaban por pirólisis, un sistema que carboniza la grasa y la reduce a cenizas. Para limpiar un horno pirolítico, hay que escoger el programa de limpieza y regular su potencia dependiendo del nivel de suciedad. Los expertos recomiendan hacer una limpieza a la temperatura máxima (500º) una vez cada 10 usos. La ceniza se recoge después con una bayeta húmeda.
Los otros dos sistemas de autolimpieza que podemos encontrar en los hornos actuales son la limpieza por aquálisis y la limpieza por vapor. En la primera basta con depositar un poco de agua jabonosa en el hueco destinado a ese fin y poner el horno a máxima potencia. El vapor y el detergente ablandarán la suciedad y facilitarán la limpieza: no es un método tan eficaz como la pirólisis, pero es perfecto para limpiar el horno después de cada uso. En cuanto a la limpieza por vapor (steam cleaning), es muy similar a la aquálisis. En este caso, la suciedad se ablanda con vapor; para generarlo hay que depositar una cantidad de agua en un compartimento específico del horno.