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Aunque para gustos colores, lo cierto es que precisamente en esto de las paletas de color, los despachos o zonas de trabajo deben apostar por tonalidades claras, menos llamativas. El blanco, por ejemplo, hace que nos sintamos mucho más concentrados. Aumenta la luz natural, algo que siempre viene bien en un lugar de trabajo, y, además, pega con cualquier otro material y color complementario que queramos añadir.
Ojo, apostar por blancos no significa tener un estudio frío. Todo lo contrario. Una buena combinación es la de completar el ambiente con toques de madera. Un matrimonio muy escandinavo (blanco y madera), que hará que tu despacho sea un lugar en el que centrarse pero que a la vez sea cálido.