Teniendo en cuenta todo lo anterior, es justo hablar de los contras de esta estética. Estéticamente no convence a muchos, aunque esto, evidente, es una cuestión de gustos muy personal. No obstante, también hay otros factores importantes. Por ejemplo, con el paso del tiempo, las paredes y techos con gotelé acumulan más suciedad que las lisas. Sí, son más sufridas, pero también es más complicado limpiarlas, con todos esos recovecos, por lo que al final, pueden ser un nido de polvo.
En el caso de que tengas algún tipo de reparación que afecta a tu pared, será difícil crear el mismo efecto que el gotelé anterior. De esta forma, es muy posible que si tienes que hacer una regata, por ejemplo, al pintar y poner nuevamente gotelé te encuentres con un gran parche en tu pared. Por último, y no por ello menos importante, los recovecos que hacen que sea más difícil limpiar estas paredes, también consiguen que se produzcan sombras en las paredes, disminuyendo así la luminosidad de la estancia.