Tan bonito y lucidor que está el día que lo estrenas y lo feo que se pone en cuanto se te ocurre hacer dentro un asado. limpiar el horno, es sin duda una de esas tareas que siempre dejamos para más adelante, y que cuanto más evitamos, más tedioso y pesado se hace. Seguramente tu madre te explicaría que haciendo unas mezclas químicas imposibles (y a la vez peligrosas para tu salud) toda esa grasa desaparecería, ¡pero qué va! nunca se queda tan limpio y perfecto como a ti te gustaría.
¿Cómo lo podemos limpiar?
Primero que nada, siendo precavidos. Si cada vez que lo usas, tienes la prudencia de retirar los restos de comida que se van quedando en la bandeja, con ayuda de una bayeta, el horno se va a mantener limpio durante más tiempo. Por tanto, la primera norma sería, después de cada uso... ¡Limpieza con agua y jabón! Una vez que te decidas a hacer la limpieza profunda apuesta siempre primero por productos naturales que lo dejarán reluciente sin contaminar.
- El proceso consiste en crear una pasta a base de bicarbonato de sodio, agua y sal. Con ella recubrirás las paredes del horno y el cristal. Déjalo actuar una hora aproximadamente.
- Cuando pase el tiempo, retira toda esta pasta con un paño empapado en vinagre, que irá sacando toda la suciedad acumulada.
- Para terminar puedes retirar con un paño limpio y agua jabonosa los restos que hubieran podido quedar. Y ¡tachán! horno limpio sin química, estornudos o picores.