Si hablamos de salud, la llegada del otoño, pero sobre todo del invierno hace que nuestro sistema inmunológico se ponga en jaque. Un organismo que se enfrenta a esos días más fríos y que debe mantenerse fuerte para combatir su envite; sobre todo en el caso de colectivos de riesgo como pueden ser las personas mayores y los niños.
Pues algo parecido, salvando las distancias, le puede ocurrir a nuestro hogar. Y es que ese exceso de agua en el ambiente, como consecuencia de lluvias más frecuentes, puede dar lugar a la aparición de hongos y bacterias en forma de humedades. Humedades afectan a la salud de las personas que viven en ese hogar, sobre todo si tienen patologías respiratorias.
Antes de que eso ocurra, debemos fijarnos en unas señales clave en este sentido: aparición de hongos y mohos en esquinas y paredes de la casa, cristales que se ven empañados como si fuese el espejo del baño tras una ducha o mobiliario que se va deteriorando.