El papel pintado tiene muchas ventajas. Para empezar, no podemos negar que se trata de un material que aporta un plus decorativo. Hay un montón de diseños y estampados que se ajustarán sin problemas a cualquier tipo de decoración. Pero, además, el papel pintado funciona como una capa protectora de nuestras paredes. Sí, será mucho más difícil estropearla con golpes o roces.
Teniendo en cuenta que las paredes están más protegidas, no es de extrañar que el coste de mantenimiento sea menor, pues lo cierto es que el repintado ya no es tan necesario. Además, cuando quieres cambiar un papel por otro, pasado el tiempo, no hay que ensuciar. No hay que lijar ni enlucir paredes. No hay que arreglar desconchones.
En otro orden de cosas, y por nombrar alguna ventaja más, el papel pintado es ideal para tapar pequeños desperfectos que no se pueden eliminar. Además, se pueden conseguir efectos ópticos muy interesantes, como agrandar las habitaciones dando más profundidad.