Esta reforma nos la encargó un matrimonio joven con hijas pequeñas que querían transformar el sótano del chalet donde viven los abuelos, de bodega a "mini-piso" para poder pasar las vacaciones en familia, pero con algo más de privacidad que si comparten todos la misma casa. La idea nos pareció genial y nos pusimos manos a la obra encantadas con el reto.
Como veis, se trataba de un espacio un tanto oscuro y con mucho contraste en los colores elegidos, tanto para las paredes como para el mobiliario, por eso ganar en luminosidad y conseguir un look más relajado y armonioso fue nuestro primer objetivo.
El blanco sería el color protagonista de la reforma, pero para que no quedara excesivamente frío, desde el principio pensamos en combinarlo con la madera para que aportara la calidez que tanto se agradece cuando estamos en casa. Así que blanco y madera crean la base sobre la cual añadimos algunos toques de color y textura: el gris, el mint y el rosa pastel aportan elegancia y frescura a partes iguales y los pequeños destellos del dorado estratégicamente integrado le dan un plus de glamour al espacio sin recargar en absoluto la estancia.
Por otro lado, lo que nos pidieron fue transformar el sótano en un espacio común y dos habitaciones, una de matrimonio y otra infantil. En el espacio común nos pidieron que ubicáramos una zona de estar, una zona de juegos, una zona de trabajo y una zona de preparación de biberones para las mas pequeñas de la casa y de cafés para los más mayores, pero no para cocinar ni hacer grandes elaboraciones.
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