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La fachada, junto a la cubierta, son las partes de un edificio que más desgaste sufren, ya que están constantemente expuestas a la intemperie. El clima, la contaminación atmosférica y la suciedad, entre otros aspectos, son elementos que provocan que las fachadas poco a poco vayan deteriorándose hasta tal punto que pueden derivar en problemas mayores como la aparición de grietas, humedad, goteras, desprendimientos, pérdida de aislamiento térmico, etc.