Juntar, reunir y combinar, estas parecen ser las claves de esta nuevo proyecto de egue y seta en el que los clásicos del mobiliario contemporáneo se alternan con piezas de tendencia, mientras la neutralidad de los tonos de sus tapicerías textiles o de piel, los chapados en madera natural y sin barnices, así como las alfombras y cortinas en fibras orgánicas consiguen armonizar con lámparas de bronce gastado, el acero inoxidable en la cocina y los espejos murales. Toda ésta calidez térrea y la suavidad de su tacto, funciona como comodín estilístico y amalgama aunque en el fondo va más encaminada a dotar al inmueble, conjuntamente con la vegetación presente en los jardines internos ubicados bajo falsas claraboyas, de un atractivo decorativo insoslayable y de fácil adaptación al paso del tiempo y a las modas. Mientras tanto, los revestimientos duros por su parte, compuestos por madera de roble sintética, porcelánicos y microcemento efecto hormigón, pinturas plásticas en tono marfil y papeles pintados de apariencia textil apuntalan la ya mencionada vigencia estilística prolongada del conjunto, al tiempo que facilitan su mantenimiento y aportan variedad.