En principio, no hay inconveniente en "tunear" (como solemos llamar en el lenguaje DIY) cualquier mueble. Los de madera son nuestros favoritos, porque solo con darles una manita de lija de grano fino, ya nos dan muchas pistas de su estado y sus posibilidades. Pero si tu idea es decorar con patas, vinilos, telas o estampados, tienes vía libre para elegir otro tipo de superficies sobre las que trabajar. Nos sirven butacas, cómodas, escritorios, aparadores... Antiguallas que se convierten en auténticos tesoros. Los muebles viejos, si son de calidad, pueden tener muchas vidas: una maleta se puede convertir en una mesita, una puerta en una mesa de centro... Muchos creen que detrás de estos cambios hay un gran trabajo de restauración, pero no siempre es así.