El acceso se realiza en la pieza principal, el salón. El espacio se orienta hacia el sureste, hacia el jardín y el mar. La envolvente blanca y los suelos de baldosa nos acompañan en toda la casa, escondiendo un circuito de suelo radiante. El salón cuenta con un sobrecogedora doble altura y aloja en la parte superior un altillo y una terraza mirador. El espacio, amplio y despejado, comunica en los extremos con las piezas adyacentes. La escalera de chapa plegada pintada de blanco se dibuja sensiblemente contra el muro y el contraste de las carpinterías es lo único que perturba la paleta de colores claros. Los amplios ventanales admiten la radiación solar durante el invierno, y el retranqueo de la fachada protege el interior de la incidencia durante los meses más cálidos. El clima templado de mallorca favorece el ahorro del sistema de renovación de aire con recuperación de calor, y facilita en su lugar la ventilación cruzada.