La primera ventaja (o por lo menos, la más evidente) de la calefacción por suelo radiante frente a los radiadores de toda la vida es, sin duda, la estética. Los sistemas radiantes son "invisibles": el calor o la sensación de frescor surgen del suelo y se difunden por todo el ambiente, sin tener que invadir las paredes con radiadores o splits. Esto permite jugar con la decoración, creando espacios diáfanos mucho más atractivos visualmente. También hacen posible colocar muebles en puntos donde antes no era posible: por ejemplo, poner un escritorio bajo esa ventana del dormitorio donde antes había un radiador, y crear así un rincón para teletrabajar o estudiar.
Sin embargo, esta no es la mayor de las ventajas de estos sistemas. Una de las más interesantes es la posibilidad de sumar calefacción y climatización en el mismo equipo, prescindiendo así de los splits o fancoils del aire acondicionado clásico. Si a esto le unimos la opción de conectar el suelo radiante a un equipo de aerotermia, nos haremos con un sistema de climatización silencioso, altamente eficiente y extra confortable al que también podremos sumar el suministro de agua caliente sanitaria (ACS).
Precisamente, la eficiencia energética es una de las ventajas más interesantes de los suelo radiantes. Un sistema de este tipo ahorra entre un 10% y un 20% de energía frente a la calefacción por radiadores. Y si funciona con aerotermia, en casas de 90 metros cuadrados en adelante puede llegar a reducir el consumo hasta en un 70%.