El estudio madrileño ábaton reconstruyó un establo ruinas en el campo extremeño y los convirtió en una casa familiar autosuficiente con el uso de fuentes de energía renovables. Esta decisión fue casi obligada, ya que la situación era demasiado aislada de cualquier núcleo urbano para permitir conectarse a una red eléctrica o suministro de agua. La orientación del edificio ayudó a generar un aumento de radiación solar, mientras que dos arroyos cercanos proporcionaron energía hidroeléctrica, así como agua limpia para beber y bañarse.
Además de rehabilitar parte de las fachadas y abrir una doble altura, los arquitectos agregaron pisos de piedra caliza en toda la casa, además de paredes de hormigón y techos de madera y conviven con vigas de hierro, piedras gastada y las maderas existentes. En el interior, la naturaleza se ha incorporado a casi todas las habitaciones de la casa: baños con vistas al patio interior o dormitorios con ventanales con vistas al campo.