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Adecua el material a las condiciones de cada espacio. Hay materiales más sensibles a manchas o humedades. En cambio, el vidrio es resistente a todas ellas y es fácil de mantener. Si concentras todas las zonas húmedas en un mismo espacio y lo proteges con un frente de vidrio, dejarás de preocuparte por el mantenimiento de paredes delicadas. Así, invertirás en limpieza y funcionalidad sin renunciar a la estética.