Las características intrínsecas de la evolución de la ciudad han provocado la alineación de sucesivas murallas alrededor de le denominada “Ciudad alta”. Como su propio nombre deja intuir, este origen de la ciudad estaba situado en la parte más alta de la península, por lo que las murallas salvaban un fuerte desnivel que ayudaba en su tarea defensiva.
Con respecto a las murallas del parrote, se apoyaban directamente sobre la roca, dejando al otro lado la playa, que por supuesto no tenía ningún interés turístico ni de ocio como tienen ahora. Por tanto no había necesidad de salvar de ninguna manera el desnivel creado.
El primer problema se genera con el relleno de la zona de la solana, que se origina en el “Plan de alineaciones de 1948”. La zona del parrote queda como una estrecha franja como uso de anillo de circunvalación de la ciudad vieja. Este anillo tuvo un intenso tráfico durante muchos años hasta que se desvió el tráfico por diferentes sitios ya en este siglo.
El problema es que esta franja estaba más destinada al tráfico que al peatón, por lo que las aceras eran muy estrechas y no estaban preparadas en absoluto para la comodidad del viandante. El ejemplo más flagrante es la peligrosa curva que rodea a la muralla del jardín de san carlos, justo enfrente del hospital abente y lago.
Bien es verdad que algunos tramos del parrote han ensanchado sus aceras, quitando hileras de aparcamiento o estrechando la calzada, pero la zona que nos ocupa peca de incómodos estrechamientos donde la plena accesibilidad está discutida, así como carece de comodidad e incluso alguna zona es peligrosa para el peatón.
Por otro lado, es evidente que la muralla del jardín de san carlos es una barrera infranqueable. Rodearla no es muy agradable debido a la estrechez de la acera, la fuerte pronunciación de la pendiente y la poca visibilidad de la curva. Mejorar esta circunstancia es difícil puesto que la calle se estrecha demasiado como para permitir un recorrido lo suficientemente agradable. Así pues, la conexión vertical entre el jardín de san carlos y el parrote parece razonable.
Al tratarse de un conjunto catalogado como monumento histórico-artístico (BIC), hay que actuar con sumo cuidado y respeto. De esta manera, se intentará que el impacto de la actuación sobre el entorno sea el mínimo, al igual que el respeto a la propia muralla y por supuesto a la vegetación del propio jardín.
Por consiguiente, creemos que para la conexión entre el parrote y el jardín de san carlos la propuesta idónea es un ascensor que se separe de la propia muralla y de la puerta de san andrés, y una vez llegado a cota que conecte mediante una pasarela horizontal con la plataforma superior del jardín.
Creemos que esto sería mucho menos invasivo y más accesible que unas escaleras mecánicas o una larguísima pasarela. A su vez el hecho de que sea una conexión exenta sirve como señal reconocible desde lejos e indica su carácter de elemento público y libre, en contraposición a si lo hiciéramos mediante la puerta de san andrés.
El hecho de que el componente vertical sea exento permite el máximo respeto a la muralla y permite que si en un futuro se eliminara o sustituyera, la muralla no sufriría ningún trastorno. Del mismo modo al no tocar la muralla evitamos que esta sufra algún esfuerzo horizontal que le produzca alguna patología al muro. Solamente tocará en el punto donde conecta horizontalmente con la pasarela, provocando solamente esfuerzos verticales sobre el muro.
La parte vertical del ascensor consistirá de la propia cabina del ascensor, de 2 x 2 metros, y una estructura exterior metálica de 2,5 x 2,5 metros que se cerrará con paneles de madera.
Estos paneles de madera se compondrán de tal manera que dejen entrever al usuario del ascensor partes del paisaje, enmarcando las vistas hacia el puerto según sube o baja el ascensor. Este panelado será más abierto hacia el puerto y más cerrado hacia la muralla. Además, estos paneles de madera, de proporción áurea, se apoyarán directamente sobre la estructura metálica y los huecos que dejen se dejarán abiertos.