Salón

Eclecticismo en estado puro: obras de arte en las paredes de los siglos xviii, XIX y XX alemanas, junto a esculturas contemporáneas. Un tronco de olivo que mantiene la policromía del mandarín del siglo XI dialoga perfectamente con las maderas de macasar del mueble que esconde la televisión. Este mueble se ha diseñado en el estudio y la televisión surge y desaparece de forma mecánica, para no hacer la vida alrededor de este electrodoméstico. La mesa de comedor está realizada en un solo bloque con pata en madera y acero. La mesa baja es de raíz de olmo decorada y las auxiliares son en negro alto brillo. El análisis previo del salón, con semejantes techos altos y un mirador, pedía a gritos un zócalo ligero realizado con molduras lacadas en el mismo color topo que las paredes y el techo y contrasta con el rodapié de 20 cm y los grandes ventanales de suelo a techo, todos ellos en blanco. La continuidad del color en zócalo-pared-techo da solera a la estancia. La gama cromática empleada está formada por beige, topo, naranja quemado y negro. El teletrabajo cobra especial importancia en el día a día. Se escogió una mesa decó muy cómoda para trabajar, pero que podamos ocultar el ordenador o la impresora. De esa manera no hay que prescindir de una habitación, dedicándola exclusivamente a trabajar, y se integra en el salón como lo hace la zona de lectura. Al final es un salón para vivirlo día a día, sin restricciones ni condicionantes. El mueble bar es de cáscara de huevo y está iluminado en su interior, acabado en nácar bronce. Al pasillo se le ha dado el mismo tratamiento con zócalo y con obras de arte y al fondo la doble puerta antigua, de madera y cristal, de la suite principal.