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Dependiendo de como tenga que quedar alineada la puerta con el mueble, existen tres tipos básicos de bisagras para armarios de cocina:
- Bisagras rectas. Son las más habituales. Sirven para colocar puertas que cubren por completo los cantos del mueble, ocultándolos a la vista.
- Bisagras acodadas, centrales o semicurvas. Con ellas, la puerta queda ligeramente desplazada hacia el exterior del canto del mueble. Se colocan cuando las bisagras de dos puertas de armarios de cocina quedan juntas. Estas bisagras permiten abrir ambas puertas al mismo tiempo, sin entorpecerse.
- Bisagras súperacodadas, interiores o curvas. Son las menos utilizadas. Se usan cuando la puerta del mueble encaja en el interior de este, dejando los cantos a la vista y quedando enrasada.
Otros tipos de bisagras para armarios de cocina
Las bisagras de cazoleta son las más comunes en las cocinas, pero también las solemos encontrar en armarios roperos con puertas abatibles, muebles de televisión, etc. Por otra parte, hay módulos de cocina para cuya instalación se emplean otros modelos de bisagra, específicos para cada caso.
- Bisagras de rincón. Las cocinas modernas suelen incluir armarios en esquinas o rincones, perfectos para aprovechar los huecos. La apertura de estos módulos es más complicada que las de los armarios estándar. Lo más habitual es colocar puertas plegables, formadas por una hoja unida al canto del mueble y otra unida a la hoja anterior. La unión entre las dos hojas se realiza con bisagras de rincón, más ligeras y móviles que las de cazoleta.
- Bisagras sin cazoleta. También se conocen como bisagras de superficie o bisagras “easy-on”. Cumplen una función similar a las de cazoleta, siendo más fáciles de instalar. Su mayor desventaja es que estas bisagras no permiten regular la altura ni la profundidad de la puerta: hay que medir y marcar con total exactitud antes de colocarlas.