Todas las bisagras empleadas en estos muebles tienen una estructura similar. Lo que cambia es el tipo de cierre, que varía según la forma en la que la puerta encaja o se apoya en el cuerpo del armario. Se conocen como bisagras de cazoleta, y una vez instaladas son totalmente invisibles desde el exterior. Además, resultan muy resistentes: pueden soportar puertas pesadas sin problema.
Una bisagra de cazoleta se compone de tres partes, todas ellas de acero:
- Cazoleta. Es la pieza que va al cuerpo del mueble. Tiene forma cilíndrica y saliente: forma un hueco o cazoleta donde se recoge el resorte, permitiendo que la puerta quede enrasada con el armario. Hay bisagras de cazoleta de 35 mm (las más comunes) y de 26 mm.
- Placa de montaje. Es la pieza que se fija a la puerta. Va unida a la cazoleta mediante la pieza central, el resorte. Lleva un tornillo para ajustar la posición de la puerta en sentido horizontal (profundidad).
- Resorte. Esta pieza lleva otro tornillo, en este caso para regular la altura de la puerta.
Para colocar estas bisagras, hay que separar la parte que conforman la cazoleta y el resorte de la placa de montaje. Después hay que taladrar un orificio ciego en la puerta donde se encajará la cazoleta; existen brocas especiales para ello. Una vez encajada y atornillada la pieza de la puerta, se fija la placa de montaje en el interior del mueble y se unen de nuevo ambas partes. Solo queda regular la altura y la profundidad de la puerta, manipulando los tornillos hasta lograr un ajuste perfecto.