En los últimos años esta ha sido una de las reformas o modificaciones más comunes en las viviendas. Es posible que tu cuarto de baño no cuente con unos azulejos estropeados, es más, quizá ni tengas azulejos y optes por la pintura para zonas húmedas. Es posible, también, que grifería y sanitarios estén en perfecto estado. No obstante, cambiar de bañera a ducha cuenta con bastantes ventajas que terminan por convencer.
Para empezar, la accesibilidad. Una ducha es mucho más accesible y si en casa convivimos con personas mayores es un paso bastante importante, además, tened en cuenta que nosotros mismos vamos a ir cumpliendo años. Una bañera es mucho más complicada en su acceso, algo que la hace más peligrosa, tanto para mayores como para pequeños.
También podemos decir que los platos de ducha hacen el espacio más grande y no sólo de forma visual. Si lo planteamos bien, podemos ganar algún rincón para incorporar muebles a medida que nos den más almacenaje. Además, no podemos negar que un plato de ducha es mucho más fácil de limpiar.