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Imagina que una vez las paredes se han secado, el resultado no es el esperado: todavía hay alguna pared cuyo color no te convence, pues es el momento de pedirle al pintor que intensifique o reduzca la tonalidad. También puede ocurrir que se haya producido algún desperfecto, pequeños fallos que saltan a la vista. Antes de que se vaya, podrás pedirle que con un rodillo o un pincel remate esas pequeñas imperfecciones para obtener un resultado de diez.