A golpe de pandemia aprendimos que quitarse el calzado de la calle y dejarlo en el recibidor de casa contribuía a frenar la propagación del virus. Ahora sabemos que sirve también para evitar la suciedad y la contaminación por toxinas y otros bichos que se pegan a la suela. Sorprende conocer el resultado de un estudio de la universidad de arizona en la que demostraban que en solo dos semanas nuestros zapatos podían acumular unas 420.000 bacterias. ¡Más que un inodoro! ¿No te parece motivo suficiente para seguir vetándoles la entrada? aunque para algunos sigue siendo una rareza es algo que japoneses, finlandeses, alemanes o noruegos hacen por tradición, respeto o por motivos meteorológicos. ¿Y dónde los dejamos? aparte de en el clásico zapatero, puedes preparar unas rejillas en el armario de la entrada, colocar un colgador horizontal, cajas de madera apiladas... Ideas prácticas y bonitas que puedes llevar a la práctica con tu particular toque personal.