Para conseguir un estilo atemporal en el salón (y en cualquier otra estancia de tu casa) mira en primer lugar a las paredes. Pintándolas de blanco tendrás la base perfecta sobre la que trabajar la decoración posterior. Por mucho que te tienten los tonos de moda, evita siempre los colores demasiado intensos o chillones. Es mejor apostar por los neutros. A tiempo estarás después de aplicar color en alguna pared de contraste, añadir unas molduras decorativas, papeles pintados...
Los mismos tonos claros deberían usarse en las tapicerías. El sofá por ejemplo, al ser la pieza más grande del salón, podría ser blanco si necesitas luz, beige si quieres conseguir un ambiente acogedor, y gris claro u oscuro, dependiendo de si buscas modernidad o un extra de elegancia. ¿Y no quedará muy soso? ¡Para nada! escoge en los complementos colores naturales como los piedras, blancos arenas o tostados para que luzca siempre atractivo e inmutable.