La manera más rápida de hacer que un espacio como el salón crezca, sin tirar ningún tabique, es apostar por un ambiente lo más neutro posible. Para ello, paredes, techos, suelos y muebles (sobre todo los más grandes) deberían ser de un color básico que contribuya a mejorar la sensación de amplitud. ¿Y no quedará muy soso? para nada. La uniformidad siempre crea ambientes serenos y muy acogedores. Ya tendremos tiempo después de darle mucha personalidad con los complementos, o pintando una sola pared de un color potente que siempre suma profundidad. Un truco que nunca falla: cárgate el falso techo (si lo tienes) hasta llegar al forjado, verás cómo el salón parece crecer por arte de magia (igual encuentras con unas estupendas vigas o con una preciosa volta catalana). Pintando el techo de un blanco más puro que las paredes, la luz rebota y se expande.