No hay normas escritas en cuanto a la distribución. De hecho puedes probar varias hasta dar con la perfecta. Lo importante es no poner barreras a la entrada de luz natural. Mira dónde están las ventanas, y deja que su luz fluya por toda la estancia, sin que encuentre por el camino muebles que estorben. Los sofás, protagonistas absolutos de la sala, deberían separarse unos centímetros de la pared, y nunca ponerse de espaldas a la entrada del salón. Si una puerta estorba en la distribución, puedes eliminarla o apostar por un diseño de cristal o corredero que deja pasar la luz. Y para las ventanas, si fueran muy pequeñas, puedes probar a poner una barra más larga que su ancho para las cortinas, o bien colgarlas del techo. Por supuesto, siempre de tejidos fluidos y ligeros. No pongas trabas a la luz.