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No cabe duda de que uno de los mayores placeres del invierno es pisar las alfombras, mullidas, cálidas y muy gustosas. Las hay de todos los precios, tipos y materiales y dependiendo del uso que le vayas a dar, puedes elegir si invertir más o menos. Por ejemplo, si tienes niños, te recomendamos las alfombras de pelo corto porque son más fáciles de mantener y soportan "más tralla". En el dormitorio puedes apostar por las de pelo largo o de lana, son preciosas y muy gustosas al tacto. ¿Qué sería de un invierno sin alfombras?