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Visto en: Archdaily
Como gesto de sinceridad, unos de los pórticos existentes se mantiene intacto en ladrillo visto pintado de blanco, mimetizándose con el resto de la estancia y como gesto de unión con el pasado. Dicho pórtico regala un espacio ideal para ubicar un banco multifuncional; a la vez de poder tumbarse, relajarse o ver la tele. Unos cajones de madera de roble se deslizan por debajo de este para guardar las cosas que menos utilizadas por la propietaria.