La obra ha sido lenta, la falta de ventilación y de aperturas al exterior provocaba que el proceso de secado de los materiales se dilatara en el tiempo; fue necesario proyectar y construir un suelo elevado de varias capas para asegurar su impermeabilización y aislamiento; todos las superficies y techos tuvieron que ser selladas con morteros impermeabilizantes de doble acción para impedir la entrada de humedad; se implementó un sistema de suelo radiante y de ventilación forzada conectada a una máquina deshumidificadora para controlar el nivel de humedad interior. Pero poco a poco los materiales fueron secando, el salitre fue desapareciendo, y al quitar las luces de obra, y ya entrados en verano, pudimos comprobar que la luz natural entraba y rebotaba y creaba un espacio muy agradable y confortable, sin rastros de humedad, y que daba la impresión de ser bastante más grande de sus escasos 55 m2.