Para limpiar un suelo poroso debes fijarte en si se trata de una mancha orgánica o inorgánica.
Las materias orgánicas son el caldo de cultivo perfecto para la proliferación de bacterias, por lo que para limpiar necesitarmos una desinfección profunda con elementos como vapor.
Dentro de las materias orgánicas podemos encontrarnos con materias vivas, como virus, hongos o bacterias. Suelen afectar a zonas que están en contacto con comida, como la cocina o los comedores. También tendríamos materias que formaron parte de un ser vivo, un ejemplo sencillo sería los restos de algún insecto que hemos matado en el mismo suelo.
Nos encontramos también con materias artificiales como los aceites minerales, cola, pintura ect. Son manchas que debemos intentar limpiar en el momento que se producen, pues la porosidad hace que se incrusten con más fuerza. También podríamos encontrarnos con sustancias inorgánicas como la sal, el polvo de ladrillo o el óxico, entre otros.
Nuestra siguiente pregunta debería ser si la mancha en sí es soluble o insoluble. Las solubles son manchas que se disuelven a través de su mezcla con el agua. El azúcar, la sal o el detergente, por ejemplo. Asimismo, las insolubles son aquellas que no se disuelven fácilmente con el agua y en la que se neceistarán productos específicos para retirarlas. En las juntas de las baldosas suelen estar más presentes.
Encontramos manchas grasientas, que se extienden cuando se toca como el aceite, grasa o lubricantes. También las partículas, que forman parte del polvo o la arena, también restos de piel o fibras rotas.
Especial cuidado tenemos que tener con las manchas abrasivas producidas por una suciedad que puede rayar el suelo, así como las más difíciles, las pegajosas, que terminarán pegándose a la superficie.