Para la estancia de la casa en la que más tiempo pasamos, la iluminación más recomendada es la cálida: 2.700K (si la quieres muy suave) y 3.000K (no tanto). Con esta temperatura cualquier estancia se convierte en un lugar ideal en el que descansar, ver la TV... Un técnico puede determinar cuántos focos empotrados necesita la sala, o si por ejemplo, te conviene añadir un plafón para alguna actividad que pida hacerse con claridad. Y si compras lámparas que incluyen LEDs (en lugar de bombillas sueltas a las que mirar la etiqueta) en lo que debes fijarte es en la descripción del producto: así sabrás si la temperatura es correcta. No hay que quedarse corto ni tampoco pasarse: una estancia demasiado iluminada puede ser desagradable, además de engrosar el gasto en electricidad.