x
Visto en: ápice Estudio
Ese pijama añejo que solo conocen los muy íntimos y algún mensajero, se tiene que lavar con frecuencia (aunque se caiga a trozos). Lo mismo con la camiseta de algodón suave que adoras y que te da miedo que encoja, o los calcetines gorditos que, en contra de todas las recomendaciones, te ayudan a dormir con los pies calentitos. Toda la ropa que usas para dormir se tiene que lavar a menudo para evitar que se convierta en una guarida de bacterias.
Para prevenir y no curar, acostúmbrate a tirar el pijama a lavar cada vez que cambias las sábanas. O sea, todas las semanas, ¡sin excusas!