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El siguiente paso es estudiar todas las posibilidades: no des por buena la primera distribución ni descartes enseguida otras que en principio no habías pensado. Por ejemplo, si la planta de tu piso es alargada y no hay manera de que llegue la luz a las estancias que quedan más en medio, no renuncies a ella. Puedes plantear diferentes soluciones que te ayuden a que entre la luz, como una pared de vidrio o una cocina abierta al salón con un hueco que sirva de barra y que consiga que la cocina sea más luminosa. En general, no te equivocarás si distribuyes teniendo en cuenta que se aproveche lo máximo la luz natural ya que se consigue mayor luminosidad, que los espacios parezcan más amplios y, por supuesto, ahorro energético.