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Visto en: dezeen
Es el pavimento continuo del que seguro llevas más tiempo oyendo hablar. La diferencia fundamental con el resto de los materiales de los que hablaremos tiene que ver con el grosor, ya que en este caso hablamos de una solera de hormigón con un espesor mínimo de unos 8 cm. A esta solera se le da un tratamiento superficial de pulido para conseguir brillo y una perfecta planimetría.
Por su grosor, son necesarias juntas de dilatación -aproximadamente cada 4'5m²-, así que si somos estrictos, no se trata de un pavimento continuo propiamente dicho.