Mucho se ha escrito sobre los beneficios de sacar de tu vida todas las cosas que no usas. Una casa ordenada nos pide a gritos eliminar muchos trastos, objetos, aparatos o ropa que no te pones nunca. Y tienen su lógica porque lo que queremos es agilizar y facilitar la limpieza, para no pasar muchos minutos ordenando. Si el suelo y la encimera, o los muebles están despejados, será más fácil quitar el polvo, aspirar, barrer o pasar la fregona.
¿Por dónde empiezo?
Lo ideal es hacerlo por estancias, poco a poco. Un día te metes en el baño y retiras todos los medicamentos caducados (hay que depositarlos en el contenedor adecuado de la farmacia). También las muestras de cosméticos que llevas acumulando años, o esas colonias que ya no te gustan. Otro día te vas al salón y tiras las revistas que ya te has cansado de mirar (al contenedor de papel). Los bolis que no van, los recibos más antiguos, o toda esa lotería que aunque, estuviera premiada un día, ¡ya no podrías cobrar! quédate con lo que de verdad te importe y al resto, dile adiós.